jueves, 23 de enero de 2014

Hago entrega de mi tiempo.




Esa misma luz de un atardecer entrando en mi dormitorio fue testigo de la entrega incondicional de mi escaso tiempo libre al poderoso mecanismo atrapado en talladas piedras que martillea su eterno mantra a intervalos regulares de paz y tranquilidad.






Este año decidí dedicarlo a ver cómo se monta calladamente el mágico escenario de las estaciones y a tratar de sentir el tránsito entre cada uno de sus cuatro actos.





... y a leer todo lo que pueda.



miércoles, 1 de enero de 2014

Troceando esperanzas.






No se me ocurrió una forma mejor de empezar el año que con un paseo en bicicleta, ayudando con la tracción de mi cadena a desencallar el tránsito de una limpia mañana que sin tener culpa alguna, había sido abandonada por la mayoría de una población que yacía inerte bajo los efectos de la cerveza y el ron de la noche anterior, herramientas de distinta graduación las cuales eran usadas en abundancia para tratar de trocear la intangible inmensidad de algo llamado tiempo, como largos vagones donde poder cargar a paladas de rabia, júbilo, temor, progreso y vanidad, todas aquellas flaquezas que esperaban algún maquinista se llevase bien lejos y poder así despertar con resaca en el mismo andén de la misma ciudad, preparados todos para subir a un nuevo vagón recién terminado de fregar.