En su camino,
Siddharta se encontró con un río que no podía cruzar sin barca.
Como no tenía nada, pidió al barquero, que lo cruzara sin cobrarle. El barquero aceptó, y esa noche le dio cobijo.
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Al día siguiente, de camino a la ciudad, se encontró con un hermoso parque. Paseando por ese parque, se encontró con
Kamala, la cortesana, una hermosa mujer reclinada en una litera dorada que iba con su comitiva.
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Al día siguiente pidió audiencia a
Kamala y ésta aceptó. Cuando se encontraron,
Siddharta le pidió a
Kamala su sabiduría. Ella se echó a reír y le dijo que ella enseñaba su oficio a la gente que venía a verla bien vestida y con dinero.
Siddharta le contestó: - Ya empiezo a aprender de ti, pues para venir a verte me he afeitado y llevo aceite en el cabello. Es poco lo que me falta: ropas elegantes y dinero.
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Su respuesta, le hizo gracia a
Kamala, que le preguntó qué sabía hacer.
Siddharta contestó: -
Sé pensar, esperar y ayunar. También sé hacer versos, leer y escribir.
Pasados unos días
Kamala puso en contacto a
Siddharta con un rico comerciante llamado
Kamaswami.
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Cuando
Siddharta se entrevistó con
Kamaswami, éste le pregunto qué es lo que sabía hacer.
Siddharta de nuevo contestó: -
Sé pensar, esperar y ayunar. -¿ Y para qué sirve?, preguntó
Kamaswami. - Pues, por ejemplo, si yo no hubiera aprendido a ayunar, hoy mismo tendría que aceptar cualquier empleo, pues el hambre me obligaría, pero como puedo contener el asedio del hambre, puedo esperar... puedo decidir, puedo ser más libre.
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El otro día se me ocurrió esperar como hacía Siddartha, ... se me colaron 10 personas en el turno de la carnicería. Además perdí el tren, ese que dicen pasa sólo una vez en la vida.
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Otro día traté de meditar, y me llevaron a un psicólogo que aseguraba que yo tenía un síndrome con un nombre muy extraño, dijo que debido a una infancia muy dura.
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El otro día traté de ayunar y no pude lograrlo porque jugaba la selección, la final de un campeonato muy importante, y había quedado con unos amigos a cenar pizza y unas cervezas.