sábado, 28 de agosto de 2010

El tesoro oculto.




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Dejadme que os cuente que un día,
Me cobijó en su casa un aventurero,
De ilusiones y retos variados,
Que realizaba con tesón y poco dinero.
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Vivía en una casita de madera,
Rodeada de vacas, flores y helechos,
Junto a un viejo camino primitivo,
Que a Santiago discurría derecho.

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Una tarde me mostró su secreto,
Su secreto mejor guardado,
Un manantial que del suelo brotaba,
Oculto de castaños, abedules y carvallos.
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De sus puras aguas bebían sus retos,
Espejo de fresca mirada, sonrisa sincera,
Riachuelo humilde de alegres palabras,
Que saciaba su sed de libertad entera.
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Maravillado por la sencillez del tesoro mostrado,
pregunté por su nombre, su origen, su belleza,
mas sólo lo pronunciaba de noche, a las estrellas,
cuando en soledad soñaba con ella, con Teresa.
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Existen personas con el don de amar, permitir, esperar, sufrir y por fin abrazar palabras que únicamente pueden ser destiladas en absoluta libertad tras aventuras que nos inspiran respeto, constancia, valentía, sencillez y humildad.
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Felicidades a los dos por permitiros ser lo que sois.


lunes, 9 de agosto de 2010

Poeta de barrio


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.Soy poeta de barrio,
de arrugadas montañas,
de sendas preñadas,
de verdes perfumes,
de cien dudas eternas,
de mil metros braza,
de guardar el instante
en que le siso al viento
palabras que destilan unas gotitas
de sentimiento.
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Soy poeta de pequeñas calas,
de arenas blancas, ojos turquesas,
quietas, calladas, dormidas,
de aguas saladas y frías
que espantan letargos
despiertan vidas.
.Soy poeta de a dos ruedas,
sereno pintor de caminos,
riego de sudor las cunetas,
ocultas de aliagas y pinos.
Parloteo a veces con amigos,
de cervezas, retos, alegrías, misterios …
y silbo por responder los trinos,
de las aves que otean mi destino,
pero callo apenitas el viento,
me ordena a los olmos guardar silencio.
me.Soy poeta sin casi miedos,
bebo mi vida a pequeños sorbos,
por no derrramar ni una sola gota,
mojo mis labios todo lo que puedo.
Vengo marcado de lides y batallas,
algunas perdidas, todas ellas ganadas,
me retiro a un prado de versos y helechos,
herido, mas con merecido derecho,
de mantenerle un minuto
un pulso de miradas a la muerte,
amiga generosa, que cada mañanita me ofrece
un sol amarillo y un panecillo de leche
relleno de lo que encuentre.