27 de marzo, un ángel dormía en Riumar.
Entre nubes y en patín de fuego,
fiando tu suerte a la del gran río,
apenado, dejas tu caserío
y a tu familia, con un hasta luego.
Corazón y piernas dejando huellas,
bebes de limpias y alegres fuentes
del camino, luego, de noche duermes,
cubierto en manto bordado de estrellas.
Anocheces en mar dulcesalda,
soñando en estuario de mil reflejos,
mochila y destino, siempre contigo.
Seis días de esfuerzo y como si nada,
llegas al barrio, desde muy lejos,
me preguntas si quiero ser tu amigo.
Tu alma de aventuras plateada,
tus ojos brillantes como espejos,
buscan a tu esfuerzo, un testigo.
Unas verdes…y añoras tu morada,
nos dejas ilusión, cariño y reflejos,
de retos aún, por compartir contigo.
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Ahora hace un año que nos visitó un ángel.De los de verdad, de los que regalan sentimientos.
No traía alas, sólo patinaba.
No bajó del cielo, mas sí de cumbres nubladas.
Nada predicaba, todo lo escuchaba.
Nada pretendía, sólo compartir unas cervezas heladas.
Nada ostentaba, sólo su sencillez lo acompañaba.
Nada consigo llevaba y sin avisar, de pura libertad nos llenaba.
Suso, cuando llegaste al barrio y nos levantastes de nuestros cómodos sillones, nos diste una lección de humildad y sencillez que jamás olvidaremos.
Con muy poquitas cosas y mucha ilusión, uno pesa menos, se siente mucho más libre y feliz.