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Piso descalzo tus crostas de alfalto,
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Piso descalzo tus crostas de alfalto,
Señalan mis ojos tu negra herida,
Busco pisar la ternura escondida,
Sanando con barro tu cosido manto.
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Nado tus ríos que vomitan llantos,
De espumas dudosas y mal nacidas,
De miserias humanas incontenidas,
A dormitar al salino quebranto.
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Nubes que flotan viciadas de espantos,
Asaltan mi pecho desprotegido,
Secuestran y aturden mis sentidos,
Lacando mi piel de febril amianto.
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Y aún así, hay días que amaneces,
De impoluta belleza agradecida,
Ante tus lienzos de sol, me pliego.
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De noche tu luna callada me ofrece,
Viejo ungüento a mi alma dolorida,
Llenando mi saco de sereno sosiego,
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Maltratada por tantos, como no mereces,
Por progreso y bienestar, perseguida,
Mi olvidada Diosa eres, sin evangelios.