Es por la flacidez de tu miembro,
que lleno de ternuras mis vacíos,
de blancas caricias mis estíos,
de jinetes forjados de rubio tiempo.
Es por la aridez de tu cerebro,
que pinto en mi espalda navíos,
dibujo caderas por mis ríos,
y mi pubis, de versos siembro.
Es por la altivez de tus palabras,
copiadas de algún telediario,
que ni sudo, ni tiemblo, ni vibro.
Es por la insipidez de tu mirada,
por la que te arrojo el diccionario,
y te abandono por mis libros.
Y BUE... También los libros han sido creados para ser los compañeros de todas las noches.
ResponderEliminarLa figura irónica se planta directa y recibe un buen cierre, desenfadado y libre de ataduras.
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