No voy a esperar a estar muerto,
y aparecer difuso tras las cortinas,
a llorar perezas donadas en vida,
manchando ya tarde un frío suelo.
No permitiré que más mentiras,
me vendan felicidad a bajo precio,
rebuscaré antes, por mis adentros,
extraeré paladas de ilusión y sonrisas,
sucias de tierra de profundas minas,
y con ayuda del sol recién puesto,
y la brisa que peina colinas,
perfumaré los cabellos de mis dos hijas,
y soplaré sus velas sin ser descubierto.
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