Algunas mañanas perfectas,
parece el cielo perdonar lo agravios
y empujones con que necios y sabios,
demuestran pese a que no lo respetan,
sí lo comprenden.
y puedes caminar por sus prados,
esperando hallar la fatiga,
que atempere las aguas movidas,
y pinte tus ojos cansados,
de un limpio celeste,
incluso borrar con sonrisas,
las viejas preguntas perennes,
y liberar un segundo tu mente,
escribiendo con el vaho de tu tiza,
lo muy pequeño que eres.