Sujeto a la métrica del viento,
palpo con asombro viejas ruinas,
tomando entre mis dedos unas rimas,
que volaron sobre el eco del tiempo.
Me seduce el vacío inmenso,
pleno de luz y disciplina,
de hostiles sendas con espinas,
que desnudan a zarpazos de silencio.
Testigo del imperio del exceso,
asomado a un balcón sin barandilla,
un espectro fuma en pipa,
pintando nubes de aliento,
Me cuenta que florecen los cerezos,
mientras espera solo su tranvía,
me habla del control de la energía,
y la desertización del esfuerzo.
Bello
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Aún sin dejar huella,
ResponderEliminarsepa que la sigo,
y me alegra,
verla de nuevo,
remontando el camino,
quebrado de tierra,
de siempre maldito,
con sus plumas más tiernas,
sus fieros colmillos,
y no deje nunca,
de amar los poetas,
no rinda su sangre,
a un par de saetas,
gracias le digo,
y lo digo de veras.