¿Me haces un collar de suaves palabras,
cosidas con viento y tiempo libre,
de perlas de amor y conchas de mimbre,
que traigan la mar a mis calas blancas?
O mejor, una diadema de sonrisas,
como las que te ofrezco al verte serio,
y una pulsera con el cierre de espliego,
que sepa a tu piel y a las cimas que pisas.
O un anillo que al ponerlo en mi dedo,
sea como un beso, como una caricia,
para crecer libre de celos y malicias,
y me recuerde lo mucho que te quiero.
Hija,
Me pides hacerte feliz sin previo aviso,
partiré sin demora a cumplir tus sueños,
y elegiré de entre todas, las más bellas,
pues ya tomaste mi corazón, sin permiso,
le robaste el turquesa al poderoso cielo,
y tu mirada, me apagó las estrellas.
A mi hija Laia, que me enseñó a ser padre y a mejorar como persona.
Ya veo que aprovechas al máximo la infancia de esas dos florecillas.
ResponderEliminarHaces bien.
Tarde o temprano marcharán para cuidar las plantas de su propio jardin.
Brutal !!!!
ResponderEliminarsniff! sniff!
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