Es como encontrarte de repente con el curso de un río. No necesitas saber dónde nace, ni sus afluentes, ni la fuerza de su caudal, ni los molinos que mueve. Es suficiente con caminar a su lado, acompañarlo un tramo, escuchar la música de paz en sus remansos, su alegría en los angostos tramos, los agravios antaño sufridos, sentir las frías paredes que lo protegen, las umbrías que lo esconden y los olores que al invadir tus pulmones, explotan como dulces bombas de otoño y miel.
A cambio tan solo pide tu silencio, tu atención, tu respeto, que no le grites a la vida, que calles cuando hable el viento, y sientas como late, ese otro corazón, que llevabas más adentro y no creías despierto, unido de la mano del río, llena tus venas de libertad y misterios, que tan sólo muestra a ciertos amigos.
Fotos tramo vía verde del río Serpis.