No puedo cambiar mi destino, ¿o sí?
Pero sí es seguro que puedo elegir el camino,
y disfrutar en él.
Llegando a casa, gozando de una brillante tarde de domingo.
Mi casa a la vista, es la del fondo a la derecha, la que está junto al mar, sólo he de bajar un par de pinares, seguir una acequia de riego y atravesar varios huertos de naranjos para abrazar a mi familia.
Ahora llegando por el puente del sur.
Otra de las sendas por las que discurre mi vida, vestidas de otoño.
Aún siendo incapaz de retener y explicar tanta belleza, cada vez que la encuentro, me siento atravesado por élla,... y feliz de poder elegir, a pesar de no ser ni el más fácil, ni cómodo, ni rápido, el camino que toma mi corazón y me lleva de la mano.
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