Dos mil doce me pedía un soneto,
hecho de anhelos que lleve la brisa,
de planes futuros que fueran la envidia,
de varios cuartetos y un par de tercetos.
Dejadme que hoy, el día más viejo,
le ayude al sol a salir por Ibiza,
tome mis gafas y dos zapatillas,
y vuelva a sentirme el ser más despierto.
Propongo, dejar de mirarme al espejo,
bajar un marcha, pasar de las prisas,
llenarme de esfuerzo, no ver las noticias,
juntarme con libros que me hablen en verso.
Mantener mi corazón siempre abierto,
no dar un consejo ni que me lo pidan,
dejar que la luna sea quien me desvista,
jugar con mis hijas al baloncesto.
Pretendo no ser un hombre perfecto,
por evitar salir en las revistas,
decir sin gritar mi punto de vista,
y no predicar más que con ejemplos.
Será mi recuerdo después de muerto,
mi parte sin peso, mi alma sencilla,
libertad, ilusión y una mochila,
con agua, azúcar y un par de sueños.
Pido deporte, que alimente mis fieras,
algunas cervezas, también extranjeras,
compartir mi alegría con los que quiero.
Seguir caminando junto a mi pareja,
gozar de lo simple y su oculta belleza,
sentir la vida como un puro misterio.
Eres inmensamente rico porque ya tienes todo cuanto deseas... y no es precisamente dinero.
ResponderEliminar¡Feliz Año!