...y aquella primera lluvia caída sobre el lienzo de una mañana de otoño, separó los colores de sus joviales juegos. Ateridos de frío, los verdes se aplastaron contra el suelo, unidos entre sí frotándose con sus delgados tallos por darse calor, los grises alardeaban de una supremacía tan relativa, que cualquier pequeño cambio en el plano de referencia hubiera quebrado sus expectativas, y los marrones, ásperos, esperpénticos y desafiantes, mostraban su rudeza alzando sus imprecaciones a una existencia tan inocente y primitiva, incapaz todavía de compartir tonalidades, mezclar posibilidades, multiplicar reflejos, y tras todo éllo, asomado entre el vapor de la sauna del cielo, un tímido sol asistía perplejo a una infantil batalla de recelos.
martes, 13 de diciembre de 2011
Recelos
...y aquella primera lluvia caída sobre el lienzo de una mañana de otoño, separó los colores de sus joviales juegos. Ateridos de frío, los verdes se aplastaron contra el suelo, unidos entre sí frotándose con sus delgados tallos por darse calor, los grises alardeaban de una supremacía tan relativa, que cualquier pequeño cambio en el plano de referencia hubiera quebrado sus expectativas, y los marrones, ásperos, esperpénticos y desafiantes, mostraban su rudeza alzando sus imprecaciones a una existencia tan inocente y primitiva, incapaz todavía de compartir tonalidades, mezclar posibilidades, multiplicar reflejos, y tras todo éllo, asomado entre el vapor de la sauna del cielo, un tímido sol asistía perplejo a una infantil batalla de recelos.
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