...iba pensando que tal vez el tiempo sea algo más que una imaginaria línea recta con un principio difuso, lleno de erupciones volcánicas, dinosaurios, pirámides y máquinas de vapor. Puede que ni siquiera estemos en uno de los extremos de esa línea inventada e incluso puede que, si dejas de pensar en él, como cuando paras a contemplar una puesta de sol, un día cualquiera a la salida del trabajo de regreso a casa, deje de existir.
Antes usaban las lunas, los inviernos, las grandes nevadas, los deshielos, las cosechas, para medir el tiempo.
Ahora, lo tratamos de someter a base de minutos, segundos, kilómetros-hora, años-luz, y necesitamos, deseamos, exigimos poder correr más aprisa, para ganarle apenas un trocito cuántico de esa cuerda irrompible, con la que luego no sabemos qué hacer.
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Cundo voy en bicicleta y me adelantan coches a gran velocidad conducidos por rostros desencajados porque llegan tarde a algún lugar, pienso que eso es porque no han llegado todavía donde debieran...donde vamos todos.
Fotografía tomada ayer con el móvil de regreso a casa.
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