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¿Alguna vez yendo a tu casa de regreso,
te has envuelto de noche y silencio,
te has sentido como nunca despierto,
y le has aullado a una luna de queso?
¿No sentiste en tus labios como un beso,
con sabor a vida y a nube de hielo,
cruzando pinares y puentes de miedo,
y fábricas ocres de humo blanco y espeso?
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¿Jamás pedaleaste por dejar de ser preso,
de tu lujosa celda de buena marca y hierro,
que alienta veneno al cielo y le exige dinero,
a una sociedad que anda ya con sobrepeso?
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Un día lo probé y recuperé aquel punto travieso,
que perdí al crecer y volverme más serio,
ayudé a mi madre, la nuestra, la del misterio,
y dejé de ser esclavo de un confort en exceso,
y sentí la brisa, el sol, y la lluvia de nuevo,
y tomé el control de mis propios huesos.
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Me siento bien al no dejarte huella,
ni en el aire que respiras,
ni en el asfalto que pisas,
ni en el asfalto que pisas,
ni en la música que te ofrece el viento,
y me alegro por ello,
y no te pido nada a cambio.
y me alegro por ello,
y no te pido nada a cambio.
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