viernes, 29 de abril de 2011

Acerca de los Madrid - Barça...


...Si el fútbol en nuestro país fuera una religión, tendría en Madrid y Barcelona a sus dos máximos dioses, gobernantes de un olimpo tan venerado como contrapuesto.

Si contabilizáramos el número de españoles que se sienten atraídos por el Barça, por el Madrid o bien se declaran abiertamente ateos frente a tal imposición mediática, obtendríamos casi una totalidad.
Muchos de ellos incluso sienten pasión por su equipo, una pasión que les hará reír o llorar en función de de lo que suceda en el partido. El resultado del mismo, les afectará en sus relaciones diarias con su familia, con sus amigos, consigo mismo. Una obsesión que les impedirá poder juzgar con objetividad una jugada dudosa, reconocer un mal día de su equipo y lo que es peor, aplaudir los posibles méritos del equipo rival. Una fijación sentimental que, alimentada por una masa enardecida, puede conducir a enfrentamientos irracionales y a actos de violencia frente a otras personas.

El filósofo y pensador Raimon Panikkar comentaba en una ocasión que nunca llegarás a conocer profundamente tu propia religión hasta que no hayas conocido el resto de éllas.

¿Puede un exceso de pasión por un sentimiento o idea, ser un obstáculo para el enriquecedor aprendizaje de la vida?
¿Es posible asimilar conceptos positivos foráneos aferrándose a una pasión irracional que todo lo absorbe?
¿Compensa dejarse abrazar por un abanico enorme de posibilidades a cambio de renunciar a un sentimiento tan simple, focalizado y directo como es la pasión por algo?

Cada uno elije la forma de relacionarse con el mundo. En mi caso, leer libros me permite viajar a otros lugares, a otras culturas, sin gastarme dinero, sin salir de casa, sin abandonar las obligaciones diarias. Los libros no poseen la verdad absoluta, pero de su lectura y su posterior filtrado, se obtiene con el tiempo un poso muy rico en ideas, denso en aromas y matices culturales, libre de dogmas, que refrigera como cerveza selecta, cualquier sentimiento parasitario y obtuso, dejando en la mente abierta un regusto de placer.

Además de aportar conocimientos, me abren nuevas ventanas por donde pueden escapar los vapores de fijaciones enrarecidas, que no tengan que ver con la pasión de vivir, respetar, compartir, amar.


Hace años cuando era joven, tuve la suerte de poder disfrutar/padecer en mis propias carnes enfrentamientos deportivos oficiales frente a esas dos grandes deidades. Resultó ser mi mayor lección de humildad recibida, tras la cual, se disiparon los muchos o pocos prejuicios y negatividades que pudiera tener hacia cualquiera de ellas.

sábado, 23 de abril de 2011

Cada mañana




Cada mañana asisto perplejo,
a un silencioso parto de vida,
cantos de aves le dan la bienvenida,
gallos ocultos muestran su contento.

Y surge a mi espalda un lago de espejos
de frente, el coloso sus sombras disipa,
huertos regados con agua bendita,
jazmines y acequias de bellos reflejos

Pedaleo bajo el naranja del cielo,
llevado por una brisa que hechiza,
y envuelve a la recién nacida,
como a pan crujiente relleno de fresco.

Y llego al trabajo, dichoso y despierto,
otros luego lo hacen, vestidos de prisa,
ignorando el milagroso suceso,
y al tesoro que ya descuidan y olvidan,
y recelan... ¿cómo puedo yo llevar puesto
el aroma de un día recién hecho?.



Conocer un parto, un nuevo llanto de vida, no se aprende de los libros, ni de la televisión, ni encerrado en un lujoso espacio climatizado. Sólo es posible hacerlo viviendo el gradual “in crescendo” lumínico, cruzando el rocío de la mañana, tratando de captar palabras del idioma de las aves, recorriendo el sonido del agua justo antes de ser tragada por tropas de naranjos custodios de una tradición tan repetida e ignorada como maravillosa.

lunes, 18 de abril de 2011

Me gusta el verano

"Los dos forman parte de una minoría, una minúscula minoría, de almas afectadas por esas grandes y desoladas extensiones. Si algo los ha mantenido unidos en el transcurso de los años, es eso. Este paisaje, este Kontrei, le ha robado el corazón. Cuando muera y la entierren, se disolverá en esta tierra con tanta naturalidad como si nunca hubiera tenido una vida humana."


Fracmento extraído del libro Verano de J.M.Coetzee.



Podría firmar los pensamientos de Margot, personaje del libro de Coetzee. Algo similar siento cuando paseo por estas soledades. En cada piedra que piso, veo el esfuerzo de mis antepasados, en cada pared abancalada, la necesidad de mantener cultivable un pedazo de tierra al que cuidar y limpiar para obtener de su aridez los alimentos que mantendrán unida a toda la familia. El mismo sudor que cae ahora de mi frente por placer y apenas toca suelo se evapora, es el mismo de aquellas gentes, familias unidas de noche entorno a un fuego, sin televisores ni miedos, sabias de su entorno, dueñas de sus certezas, sabedoras de sus carencias, felices en su tiempo.
 

martes, 12 de abril de 2011

Ponte en su lugar

Al igual que vamos al gimnasio para ejercitar y desarrollar nuestros músculos, existen valores y sentimientos que debiéramos entrenar con el mismo grado de esfuerzo.

La empatía es la capacidad que tiene el ser humano para conectarse a otra persona y responder adecuadamente a las necesidades del otro, a compartir sus sentimientos e ideas de tal manera que logra que el otro se sienta bien con él. Es como tratar de “ponerse los zapatos de otra persona” para tratar de comprender lo que piensa y siente y los caminos que le conducen a ello.

Es como “Ponte en mi lugar”, excelente cortometraje ganador del primer premio de cortos móviles.


miércoles, 6 de abril de 2011

Erase una vez

Erase una vez un pueblecito de mar en el que sus habitantes vivían muy felices. Mujeres y hombres trabajaban de día y se amaban por las noches. Sus hijos crecían sanos y fuertes, estudiaban lecciones y practicaban deportes. Gozaban de unas leyes escritas años atrás por dirigentes virtuosos, las cuales prohibían cualquier tipo de discriminación por sexo, raza, creencia o lugar de procedencia, además de ser solidarias con los más necesitados del pueblo, garantizando para todos las mismas oportunidades y la misma prosperidad. Tanto era del trabajo y bienestar de sus habitantes que éstos dejaron de tener tiempo e ilusión para cumplir con sus labores domésticas, los agricultores no daban abasto a recoger los frutos de sus cosechas, los pescadores necesitaban más brazos fuertes para extraer los peces del agua, los banqueros más clientes a los que prestar su dinero, los constructores no podían acarrear con todos los sacos de cemento necesarios para levantar, viviendas, hospitales, carreteras y escuelas proyectadas por técnicos e ingenieros que no cesaban de garabatear y calcular en sus despachos. Por todo ello, poco a poco fueron permitiendo que gente de otros pueblos, con otras lenguas, costumbres, creencias, otras formas de pensar, se establecieran junto a ellos para ayudarles a soportar el que parecía un crecimiento sin límites.


Los llegados de fuera se encargaron de todas aquellas tareas que no llegaban a realizar los que llevaban allí viviendo más años, limpiando sus casas, vigilando sus empresas por la noche, cuidando de sus ancianos, etc, etc. De esta manera los trabajos más duros y pesados quedaron cubiertos, aliviando y ayudando a prosperar al pueblo en su conjunto.


Los llegados de fuera solían tener los salarios peor retribuidos, además muchos de los antiguos habitantes se aprovecharon de su ignorancia y precariedad pagándoles sus honorarios a escondidas y por debajo de lo que mandaban las normas establecidas, infringiendo así la ley. A pesar de todo,  aceptaron silenciosamente las condiciones para poder seguir ayudando a sus familias que habían dejado sobreviviendo en otros países.


Pasaron así, a ser los más necesitados del pueblo, pero gracias a las sabias leyes anteriormente establecidas, pudieron tener para ellos y sus hijos las mismas oportunidades que los que llevaban más años allí viviendo, la misma sanidad, la misma educación, los mismos derechos, obligaciones y las mismas ayudas que años atrás habían hecho crecer a los antiguos moradores de aquel pueblo.


Dicen que un día llegó un tsunami financiero y todo aquel esplendor y crecimiento desmesurado se paralizó. Muchas personas perdieron primero sus trabajos, luego sus bienes. Ahora los lugareños volvían a limpiar sus hogares, cuidar de sus mayores, tapiar las viviendas deshabitadas sin acabar y a tener que vivir con muchos menos desahogos.


Entre ellos se alzaron algunas voces que daban salida a su rabia y preocupación.


-La culpa de todo esto debe ser de los que llevan menos tiempo entre nosotros!
Un padre dijo -Sí, les quitan el empleo a nuestros hijos!
Una madre gritó: -Colapsan la sanidad y los médicos tardan semanas en visitarnos!- y añadió:
-y se llevan las ayudas y becas en estudios que hace años fueron para nosotros!- -A por ellos, rápido hagamos una gran hoguera en la plaza del pueblo!-


Todo ocurrió muy deprisa, la histeria se contagió de unos a otros como la pólvora encendida. Habían hallado la solución a sus problemas, una solución fácil, sencilla y rápida.


Mientras ardían los cuerpos de los ciudadanos que llevaban menos tiempo en aquel pueblo, sus dirigentes desde el balcón del ayuntamiento resoplaron con gran alivio al ver que nadie se había fijado en ellos para recriminarles tal vez, sus escasas inversiones en sanidad, o las nefastas medidas educativas tomadas, o las insuficientes ayudas para los más necesitados, o su facilidad de dilapidar el dinero de sus ciudadanos y no ser capaces de hacer bien su trabajo para el conjunto de la comunidad.


Años más tarde, volvió el esplendor a aquel pueblo, volvieron a necesitar mano de obra de otros lugares, y los hijos de aquellos antiguos ciudadanos pudieron viajar a otros países más avanzados a perfeccionar sus estudios y conocer nuevas culturas, por supuesto, buscando, aprovechando y beneficiándose de todas las ayudas que les pudiesen ofrecer.






Esto era un vasco, un rumano, un catalán y un paquistaní que...
Generalizar, sólo para contar chistes malos.




Marianna, Delia, Chaudrhry, Muhammad Asif, Tomás Bustamente, Rashid, fueron arrojados dentro de aquella gran pira. Eran compañeros míos de trabajo, vecinos míos o conocidos. Eran buena gente.