martes, 25 de octubre de 2011

El pequeño río.



Es como encontrarte de repente con el curso de un río. No necesitas saber dónde nace, ni sus afluentes, ni la fuerza de su caudal, ni los molinos que mueve. Es suficiente con caminar a su lado, acompañarlo un tramo, escuchar la música de paz en sus remansos, su alegría en los angostos tramos, los agravios antaño sufridos, sentir las frías paredes que lo protegen, las umbrías que lo esconden y los olores que al invadir tus pulmones, explotan como dulces bombas de otoño y miel.












A cambio tan solo pide tu silencio, tu atención, tu respeto, que no le grites a la vida, que calles cuando hable el viento, y sientas como late, ese otro corazón, que llevabas más adentro y no creías despierto, unido de la mano del río, llena tus venas de libertad y misterios, que tan sólo muestra a ciertos amigos.






                                                 Fotos tramo vía verde del río Serpis.

miércoles, 19 de octubre de 2011

De camino a casa.


No puedo cambiar mi destino, ¿o sí?
Pero sí es seguro que puedo elegir el camino,
y disfrutar en él.


Llegando a casa, gozando de una brillante tarde de domingo.


Mi casa a la vista, es la del fondo a la derecha, la que está junto al mar, sólo he de bajar un par de pinares, seguir una acequia de riego y atravesar varios huertos de naranjos para abrazar a mi familia.

Ahora llegando por el puente del sur.


Otra de las sendas por las que discurre mi vida, vestidas de otoño.



Aún siendo incapaz de retener y explicar tanta belleza, cada vez que la encuentro, me siento atravesado por élla,... y feliz de poder elegir, a pesar de no ser ni el más fácil, ni cómodo, ni rápido, el camino que toma mi corazón y me lleva de la mano.


viernes, 14 de octubre de 2011

La luna y el circo



De madrugada, camino del trabajo, paso junto a un circo que ha acampado en un terreno donde no suele haber nada más que matorrales y bolsas de plástico quemadas por el sol. Sus tiendas, redes, cercados, jaulas, allí duermen en silencio, ocupando una llanura parcelada, bajo una luna inmensa que resbala sobre sus lonas. De repente, un olor a paja sucia, de animales que intuyo y no distingo, me transporta a un tiempo en que soy un niño, libre de compromisos, protegido por mis padres, preocupado sólo de jugar al fútbol y quedar con mis amigos.









Y sigo pedaleando, como cuando era un crío, atravieso la noche, ahora con cuarenta y pico, imagino payasos y tigres que sueñan junto a mi bici, hace tiempo me extirparon el miedo a lo conocido, comienza la función, se alza el telón, alumbra mi pequeño faro, un domador extrae intacta su cabeza de las fauces del león, siento en mis ruedas serenidad y equilibrio, el público responde con una gran ovación, engrano otra marcha, una carpa de ilusión bajo un firmamento de cautivos, y el frescor de la noche, que no consigue apresar de mi rostro una sonrisa, que fugaz vuela y huye, sin destino, tal vez por sentirme un instante como un rey despierto entre los vivos.







lunes, 10 de octubre de 2011

Todo lo que compartimos.


Compartimos la habitación de un hostal, en temporada baja, junto a un peñón amurallado, que nos brindó un día sólo para nosotros, cogidos de la mano, salimos al balcón de un atardecer de ensueño.





Compartimos también, una plato de arroz marinero, entre risas, palabras y comentarios, trato amable, vino viejo, miradas limpias, inmunes al tiempo, sin interferencias,  un día todo nuestro.





De noche la brisa marina,
subida en olas de plata,
nos despeinaba la rutina,
y llegaba tarde a sofocar,
un fuego que en la costa,
ya todo lo devoraba.




Y volví a besar al sol en la mejilla,
un nuevo parto como tantos millones de días,
pero no recordaba,
jamás haber estado tan consciente,
silencioso, expectante y vivo,
por si se arrepentía,
por si quedarse prefería,
un rato más dormido.






Paseamos una playa de inverno,
con un clima de primavera,
bajo la cálida luz otoñal,
que oblicuamente sanaba,
las heridas del verano.




Y de repente nuestras pisadas,
como los quince años compartidos,
fueron un recuerdo, un suspiro,
besados por la espuma,
barridas por el viento,
nos dejan un amor de hierro,
forjado con respeto y cariño,
ilusión y planes de futuro,
y dos estrellas caídas del cielo.




martes, 4 de octubre de 2011

+ lenguas = + riqueza.




Aprender nuevas lenguas me llena de placer y satisfacción, a la vez que me abre interesantes puertas y me permite ayudar a mis hijas en sus estudios. Unas son como grandes ciudades globales iluminadas, otras, como pequeños ruiseñores que cantan con el escaso aire que les llegan a sus pulmones. Todas me gustan, todas me interesan y en todas ellas busco esas palabras, únicas en su especie, imposibles de traducir de forma directa, necesitadas de un conocimiento más profundo por parte del aprendiz, que lo traslade al lugar donde nacieron, a sus costumbres, su clima, su religión, su historia, sus colores, su leyenda.


Padre,

M’han parlat  d’una llengua,
petita nascuda del cor,
que creix amb joia riatllera,
pels pobles, esglésies i turons,
i suau sona per les voreres,
sense cap mala intenció,
dancen ses lletres,
al pas dels rierols,
nues com la matinada,
amb la trendresa d’un nadó,
xiuxiueja amb les aus,
quant al vespre s’abracen al sol,
i no sonen com el tall de la navalla,
més enllà del sud d’Aragó,
i no trenquen les branques,
de les fagedes dels bosc,
quant cauen dels llavis de l’avi, 
de nit a la vora del foc,
llegendes de lluites de dracs,
amb comtes i camperols,
i malgrat portar les ferides,
d’anys de silenci i privació,
mai no pren la falç,
si no fora com última raó.

Pare, 
vull conèixer una llengua,
petita com llum d‘un cresol,
com la sorra de la patja,
espantada de la maror,
con les fulles que cauen,
al fons de la tardor,
vull ser una mica més tendre,
per plorar les seves cançons.








Las personas que responden en diferente lengua a la que se les pregunta, con propósito de ofender, teniendo la posibilidad de expresarse en ambas, unos los llaman extremistas, otros separatistas, … mi abuelo los hubiera llamado simplemente mal educados...



...por otra parte, la pobreza y miseria intelectual hace prepotentes a quienes nacen y crecen en un país de gran riqueza cultural, con diversas lenguas habladas y escritas entre sus territorios y pese a ello, no hacen nada ni por esforzarse en aprender ni por exigir que se les eduque en el conocimiento de las maravillosas particularidades culturales que les rodean.