martes, 22 de noviembre de 2011

Las cenizas de un alma.





Aquí te dejo mi alma, descoyuntada,
de sentirme a la vez querido y preso,
por extrañas sirenas del progreso,
que danzan canciones inacabadas.

Probé sanarla con tiritas dela Prada,
ungüentos de cava y polvos de Marte,
viajar con el sonido, en primera clase,
yacer en balnearios de agua salada.

Un tiempo leí poemas y textos sabios,
desayuné una cumbre cada mañana,
quebré mis huesos por las montañas,
cosidos los tengo de oro y titanio.

En gravedad cero, mi mente flotaba,
alabando la ciencia y todas sus metas,
negocié con el cielo, por tener mi cometa,
y distraerme del barro que pisaba.

Adormecido con vasos de tinto vino,
y polvos blancos de oscuras esquinas,
cenando en bahías, peces sin espinas,
lanzaba mis dudas en lujosos casinos.

Aquí devuelvo un alma ya de cenizas,
que no sirvió para mantener fuegos,
ni para alzar grises monumentos,
en honor del confort y las prisas,

no soportó ningún mandamiento,
abandonó la mesa donde brindaban,
no supo mantener las miradas,
de los nacidos con su halo muerto.



La justicia, la riqueza,
la cultura, la ciencia, la paz,
el progreso, el bienestar,
sólo para unos pocos,
pierden toda humanidad,
y pasan a ser... más despojos.







martes, 15 de noviembre de 2011

The most beautiful present.



En forma de regalo inesperado, dos libros de poemas llegaron a mis manos. Sus tapas, sus páginas, sus letras, desprendían un perfume a sentimientos que mi corazón ansiaba respirar y henchirse de ellos, disfrutar con los más bellos, respetar aquellos que le fueran ajenos, asimilarlos todos y tomarlos, como quien toma pequeñas cápsulas vitaminadas que le aportan mayor entusiasmo de seguir palpitando.

Me hablaron del origen de los libros. Venían de mar adentro, de donde las olas se gestan en el silencio de un inmenso vientre frío, allá donde el primer rayo de sol nacido, resulta ser la tangente que dulce muere sobre los ojos más queridos, justo donde flotan desordenados anhelos todavía no cumplidos, donde tan sólo las cosas muy pequeñas se salvan de los bandidos, y donde son los gestos más sencillos, los que rompen las distancias y esculpen lentamente las estatuas de dos nuevos amigos.





-"Look at the sky,
look at the sea and
you'll know where
the wind come from."

-Is it so easy?
I can't see anything...

-"You only have to feel it
and, at the end, you'll even
be able to smell it, and
you will know when
the wind will flow...
It's like a whisper"

I'm still in the way
to know how to
capturate it.
Sometimes I think I get it
but it is not true:
it runs away from me.

Patience is ofthen
a strange word,
'cos I still keep with me
the lights of her eyes
when she was sailing.

To the woman 
who showed me
how to catch the wind.

Del poemario "Cosas mías" de J.Sanchez Macías.






Las cosas más simples,
-las más sencillas-
son las que dan,
sentido a la vida.



Siempre lo había intuido, pero es bueno tener a alguien cerca que te lo recuerde.



Juan...Tnks for your present. I'll never forget it.




miércoles, 9 de noviembre de 2011

Vadeveras


A Reyes, madre serena,

Eran velas de la mar,
hermanas gemelas,
amantes del gregal,
de esbeltas maneras,
lazadas en madera,
prensadas en metal,
madreselva en cabellera,
lacadas de brea,
navegaban ambas,
trenzadas paralelas,
plenas de esperanza,
de besar lejanas playas,
pasear  bajas vegas,
lamer atardeceres,
de naranjas placeres,
yacer en arenas calmas,
entre peces espada,
reyes de las mareas,
que danzaban alegres,
tras estrellas de mar,
que amarradas a ellas,
esperaban atentas,
que les narren la leyenda,
de aquella madre perfecta,
que al verlas nacer tan bellas,
les cantaba nanas rellenas,
de espesa crema materna.







Quisieron mutilar mi libertad,
les contesté sin rencor,
con un poema.




domingo, 6 de noviembre de 2011

Una visita al pasado...


...una reflexión de futuro.


Actualmente en nuestra sociedad civilizada existen tres dogmas indiscutibles que son la luz que alumbran e inspiran todos nuestros actos.

                              Conseguirlo con menos esfuerzo.

                                                                        Emplear menos tiempo en tenerlo

                                                                                                Pagar menos dinero por ello.


Este verano, en el conjunto etnográfico de Teixois nos enseñaron cómo vivían nuestros abuelos cuando todavía eran inmunes a estos tres mandamientos actualmente tan venerados, cuando los vecinos de una aldea no tenían más remedio que ayudarse unos a otros para subsistir, cuanto el tiempo lo marcaban las lunas llenas, las cosechas, las nevadas, cuando el planeta todavía respiraba calma por las mañanas.

En Teixois, con tan sólo desviar la quinta parte del agua de un pequeño arroyo y almacenarla en una balsa en altura, podían hacerla descender por varios conductos que impulsaban diversas hélices de madera de roble, cada una de las cuales desempeñaba una función.



Balsa o piscina donde se almacenaba el agua tomada prestada del arroyo.


El molino; cada vecino tenía derecho a utilizarlo un tiempo proporcional al tamaño de las tierras que poseía.

La piedra para afilar herramientas.


El batán se utilizaba para abatanar las telas golpeándolas en un recipiente refrigerado por la misma agua caída.


La caída de agua del Mazo, máquina con la que se batía el hierro para construir y moldear herramientas.


Mazo en funcionamiento.  Con tan solo el peso de la caída de agua sobre las aspas de roble, conseguía levantar un martillo de 2 toneladas que golpeaba ininterrumpidamente el hierro candente hasta malearlo con facilidad.



Después de realizar estos trabajos, el agua volvía a unirse a su cauce primitivo como si nada le hubiera pasado.




Me vino a la mente una frase que leí en la entrada de este blog  acerca de la biografía de Henry David Thoreau (1817-1862), naturalista y precursor de la conservación de la naturaleza.


"A menos que nuestros pies se planten por fin en la Naturaleza, todos nuestros rostros terminarán pálidos y descoloridos."





miércoles, 2 de noviembre de 2011

Desplazamiento.


Planteo mis desplazamientos como pequeños viajes, miniaventuras en los que trato de degustar al máximo cada rincón que me ofrece el camino. Por supuesto, selecciono aquellos itinerarios alejados de bullicios, de zarpazos entre neumáticos y asfaltos, de esqueletos de hormigón oxidados por la crisis, de grandes promociones publicitarias para Navidad.

Prefiero sentir la naturaleza, notar el cambio de las estaciones, participar en la danza de aromas que la lluvia arranca al golpear las flores y la seca tierra del suelo, oír los sonidos que bajan de los nidos, abrir los ojos, guardar silencio y respetar todo ese misterio.

Hoy en día lo que prima es tratar de llegar lo antes posible al destino. La duración del viaje es un concepto negativo, una losa que lastra nuestra libertad de disponer de un precioso tiempo extra, la mayoría de las veces dudosamente aprovechado en nuestra mejora personal o de la comunidad.




 Es tal la velocidad con la que vivimos nuestras vidas, que a veces no vemos las señales que otros han dejado para identificar nuestro camino.