viernes, 27 de abril de 2012

When the country was wild all around...




Was a cowboy I knew in south Texas
His face was burnt deep by the sun
Part history, part sage, part mesquit
He was there when Poncho Villa was young

And he'd tell you a tale of the old days
When the country was wild all around
Sit out under the stars of the Milky Way
And listen while the coyotes howl

And they go... poo yip poo yip poo...

Now the long horns are gone
And the drovers are gone
The Comanche's are gone
And the outlaws are gone
Geronimo is gone
And Sam Bass is gone
And the Red Wolf is gone
And the Buffalo is gone.

Well he cursed all the roads and the oil men
And he cursed the automobile
Said this is no place for an hombre like I am
In this new world of asphalt and steel

Then he'd look off some place in the distance
At something only he could see
He'd say all that's left now of the old days
Those damned old coyotes and me

And they go poo yip poo yip poo...

Now the long horns are gone
And the drovers are gone
The Comanche's are gone
And the outlaws are gone
Now Quantro is gone
Stan Watie is gone
And the Red Wolf is gone
And the Buffalo is gone.

One morning they searched his adobe
He disappeared without even a word
But that night as the moon crossed the mountain
One more coyote was heard

And he'd go, poo yip poo yip poo...










viernes, 20 de abril de 2012

Mi bandera.










Hace tiempo les mostré un camino.



Ahora son ellas, las que me llevan.



sábado, 14 de abril de 2012

Mágico instante.









Es en ese mágico instante,
cuando la diosa se baña en espuma,
mientras media humanidad duerme,
y se muestra un segundo desnuda,
recogiendo en su cesto de melocotón,
terciopelos de nubes de algodón,
esparcidos por la arena muda,
veo nadar hacia ella,
una señora vestida de seda,
que con zapatos, orgullosa bracea,
bolso en mano, salpicando fiesta,
dejando a su nado dos huellas,
una ola de sabiduría y ciencia,
otra de miseria, dolor y vergüenza,
fatigada se adentra,
sin callar su verborrea,
sin oír que la playa la llama,
no podrás volver,
no te quedarán fuerzas.









martes, 10 de abril de 2012

Se me agotó la inocencia.



Os comunico a todos que mi bici del pueblo ha sido robada. Os lo digo en pasiva, por darle más importancia al hecho que a la persona que lo hizo. Algunos de vosotros la conocíais, cariñosamente le llamaba “mi hierro”, pues era uno de las primeros modelos de montaña que aparecieron en el mercado muchos años atrás, carecía de suspensión, su exigua frenada permitía detenerme justo unos centímetros antes de llegar a la pared, la dirección estaba rota y emitía un sospechoso y preocupante sonido de traqueteo que la hacía inconfundible allá donde pasara.

Ella fue la que me inició en el arte de la contemplación en silencio, del pensamiento libre de ruidos, de ser el primero en oler la primavera, del premio siempre por el esfuerzo precedido, de la libertad en mis desplazamientos, de no depender más que de un bidón de agua y un par de huesitos.

A ella también le agradezco, que en su despedida me haya abierto los ojos, al nacimiento de un nuevo pueblo, donde las macetas desaparecen de los balcones, las puertas temen quedar abiertas, donde no todos te devuelven los buenos días, y por las tardes no todos duermen la siesta. Ahora por los tejados resbalan además de la lluvia, la melancolía y las malas intenciones.

Disfrutó hasta el último momento de la libertad trabajada a lo largo de los siglos por la gente sencilla de mi pueblo, apoyada frente a la soleada pared de mi casa.

A mis antepasados les digo, que su pueblo ha cambiado, pues la miseria humana ya no está de paso, se ha establecido, furtiva, entre paredes encaladas, la plaza de la iglesia y la umbría de los patios.

Mi vieja bici, se la llevaron, sin oponer resistencia, rompieron en mil pedazos, mi última gota de inocencia y a la vez sin saberlo, un par de versos.












miércoles, 4 de abril de 2012

Yo...



... que elijo ir por el medio,
y trato de no dejar huella,
yo que atravieso la brisa,
sin oponer resistencia.

Yo que aprendo de libros,
y me alejo de las colas,
yo que al silencio le pido,
y dejo que me hablen las olas.

Yo que no veo dioses, ni partidos,
ni por la izquierda, ni la derecha,
yo que no me importa cómo van vestidos,
y sólo busco personas, animales o cosas.

Yo que me muevo alegre en bicicleta,
y reciclo y subo las escaleras,
yo que pongo en duda los dogmas,

y me dejo llevar por las quimeras.


Yo que creía poseer el centro,
de la balanza que juzga y destierra,
yo que pensaba tener la sangre,
purificada por la ciencia.

Yo que hallo límites de funciones,
y coqueteo a la vez, con la poesía,
yo que entiendo en inglés, las canciones,
y repaso los irregulares con mi hijas.

Yo que poseía un corazón de atleta,
y esperaba escalar los noventa,
yo que pendía mi vida en gruesa cadena,
sin sentir el frágil vaivén de su seda.

Yo que no sabía de rimas ni leyendas,
más intuía algo enorme en la naturaleza,
capaz de partirnos de un golpe con su aleta,
y a veces, nos acaricia, ama y respeta.

Yo que creía ser mejor que la media,
y exigía con prisas respuestas,
yo que no entendía la forma,
de cómo el azar, o las bestias piensan,
o de quien, como yo a un insecto,
con indiferencia, tal vez me observa.