martes, 27 de septiembre de 2011

En el valle de tus ojos




Me abriste la puerta,
del valle de tus ojos,
mientras dormías,
lo hiciste de noche, con calma,
no había estrellas, ni pesadillas,
sólo hierba en tu almohada,
rocío sobre tu piel ahumada,
mariposas por tus mejillas,
dibujando calladas palabras.

Y amanecí por tus prados,
resbalando entre sábanas,
con los labios abrazados,
y los corazones mojados,
en mil arroyos de pasión,
nacidos de frías gotas,
de tormentas de dolor,
zigzagueantes deseos,
mordidos con eléctrico amor.

Me untaste sin preguntar,
todos los verdes de tus ojos,
y dejé de temblar, de buscar,
ungüentos en profundos pozos,
cálidas brisas capaces se sanar,
mis húmedos huesos sin voluntad,
y cosí mi herida de sollozos,
con la luz de tu despertar,
en la mesita, un cesto de versos,
olía a fresca eternidad,
y fue el don de tus sonrisas,
quien mecía mis sentimientos,
licenciado en extirpar,
cirujano de sombras y prisas,
floristas de caricias sin pagar.



Fotografía tomada desde una calle de Taramundi, precioso pueblo asturiano.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Pequeñas Maravillas.





Conozco un lugar,
donde poderle besar,
al sol en la mejilla,

cerca de donde la mar,
fatigada de batallar,
rinde su brío a la orilla,

mientras llega un silbar,
flotando de ultramar,
en la brisa que se ovilla,

bajo una luna que al espirar,
su vaho decide recortar,
siluetas a plumilla,

en playa de madrugar,
bostezar y limpiar,
mis pisadas de arcilla,

y no puedo dejar de amar,
la luz que del más allá,
caldea mi rostro y brilla,

justo antes de recordar,
que a la vida se la debe despertar,
incluso, haciéndole cosquillas.


lunes, 12 de septiembre de 2011

He oído a la muerte.

He oído a la muerte, 
llamar a la puerta de enfrente,
llamaba con puños callados,
sonaba diferente,
le abrían sin miedo ni espanto,
como a un familiar,
largo tiempo ausente,
la dueña venía a cobrar,
y dejaba un beso en la frente,
llevaba del brazo a un dormido,
un amigo, un ser viviente,
y pedía a sus hijas le lloren,
a cambio de un día,
llegar a ser más fuertes,
aunque ellas preferían,
ser frágiles y cobardes,
ser hierba que se marchita,
abrazadas a su padre.


He sentido a la muerte,
como algo muy presente,
que siega callada de un tajo,
bajo un sol creciente,
y siembra dolor por los campos,
los mares y las gentes.


A la memoria de Vicente V.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Lenguas muertas.

Busco a veces entre lenguas muertas,
fonemas de atardeceres perdidos,
letras que abran sublimes puertas,
sones encantadores del fuego,
grafías de magma y mareas,
poemas que tañen los diez sentidos,
ocultos trazos, que chamanes y devas,
esculpían sobre el agua de ríos,
tatuaron la piel de las rocas,
y el tiempo sepultó con descuido.

Las froto con manos calizas,
los limpio del olvido y al sol extendidos,
añoran la templanza y nobleza,
de los labios que les dieron sentido.

Con hilo de versos sin estrenar,
los anudo en semántico collar,
para lentamente y sin molestar,
asomarlos con modestia y sigilo,
al altillo de un cielo por estrellar,
del cual por sus ojos adivino,
hoy, nacerá huérfano de luna,
y como espejo bien bruñido,
como anciano recién parido,
calza su vaho de frescura,
y reclama con sabia hermosura,
perseguir la serena de una diosa,
la cruel belleza sumergida,
en planeta de azulada hambruna,
preciosa piedra a llantos pulida,
que en trágica armonía,
late ajena y gira suspendida,
las bellas noches de cada día.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Adivina.



Firme y recio de hierro curvo,
roscado sin prisa, late y suspira,
rezuma ternura y mil vitaminas,
vestido de piel, de amor cubierto.

Cálida lluvia que empapa de lejos,
deshace el invierno más frío,
anuncia la llegada del estío,
y llena vacíos con sentimientos.

Duras estepas mentales caldea,
desnuda miradas hirientes,
y palpita con brío verdadero.

Carne prieta, sangre que borbotea,
detiene su tiempo, luce paciente,
y muere, si no fuera sincero.


Un abrazo.