lunes, 31 de enero de 2011

Una joya muy especial.

Papá,



¿Me haces un collar de suaves palabras,
cosidas con viento y tiempo libre,
de perlas de amor y conchas de mimbre,
que traigan la mar a mis calas blancas?


O mejor, una diadema de sonrisas,
como las que te ofrezco al verte serio,
y una pulsera con el cierre de espliego,
que sepa a tu piel y a las cimas que pisas.


O un anillo que al ponerlo en mi dedo,
sea como un beso, como una caricia,
para crecer libre de celos y malicias,
y me recuerde lo mucho que te quiero.




Hija,


Me pides hacerte feliz sin previo aviso,
partiré sin demora a cumplir tus sueños,
y elegiré de entre todas, las más bellas,


pues ya tomaste mi corazón, sin permiso,
le robaste el turquesa al poderoso cielo,
y tu mirada, me apagó las estrellas.




A mi hija Laia, que me enseñó a ser padre y a mejorar como persona.



miércoles, 26 de enero de 2011

Papá, hoy nos han dicho en el cole...

...que os preguntemos a los padres que qué estáis haciendo para dejarnos el planeta igual o mejor del que te encontraste cuando eras pequeño.
Bueno, ejem, mira hija, yo de ecología entiendo bien poquito y tal vez lo poco que haya oído pueda estar manipulado por turbios megaintereses empresariales que se escapan a mi entendimiento, pero mira, si te parece podemos comenzar por cositas facilitas que parecen evidentes, como separar los envases de plástico, cristal  y cartón en casa, para depositarlos luego en su contenedor correspondiente, los aparatos eléctricos los apagaremos desde su interruptor, no del mando a distancia, dicen que ahorra energía... y  también podemos utilizar más a menudo las escaleras, haremos ejercicio y no malgastamos electricidad,  y mira, como trabajo cerca de casa, voy a dejar de utilizar el coche los días que no sea estrictamente necesario y me iré en bicicleta. Además, como me gusta practicar diversos deportes, aprovecharé mis desplazamientos del fin de semana, donde soy el máximo gestor y dueño de mi tiempo, para tratar de hacerlos más respetuosos y emocionantes.


Salgo de casa trotando a las 9.00h de una fría mañana de sábado, con mochila, móvil, agua, algo dulce y la emoción de hallar un nuevo camino del cual me han hablado. Llego por el carril bici de Borriol hasta el Sanatorio de la Magdalena, sigo la sequia de riego pasando por Penyeta Roja, continúo hasta la cantera, luego, por la calzada lateral de la N-340 llego a la ermita de la Magdalena, 10.15h., antes de la ermita, tomo el camino señalado hacia la Font de la Salud, reconozco una senda rojiza por la que bajé un día, la cual me lleva al Mas de Chiva,


desde allí intuyo la senda que creo debo tomar, Las Contiendas, la cual me ha de cruzar al otro lado de la montaña para poder llegar a mi destino. Subo y subo, encauzado sin posibilidad a errar el camino, la panorámica es cada vez más impresionante, me cruzo a un caminante con su perro, es curioso, incluso la soledad de un paraje necesita ser visitada por alguien que de testimonio de su belleza, el camino cambia varias veces de dirección, dudo un instante,




pero siempre hacia arriba al fin llego y comienzo a descender por la otra vertiente de la misma montaña,


totalmente diferente a la que acabo de ascender, otro decorado, otra humedad, otra tierra, otra emoción.


Mi hija me está esperando en el lugar acordado,11.30h de la mañana, para proseguir el viaje juntos, te has cansado, me pregunta. No, sólo lo justo y necesario para sentirme feliz y poder regalarte un trocito mejor de planeta.


Me seguiré esforzando, por su algún día desea que le muestre todos esos lugares mágicos que le cuento y voy descubriendo, allá donde camino.


Una vez leí, que lo que verdaderamente es bueno y merece la pena, requiere siempre de un esfuerzo conseguirlo.

"Mucha gente pequeña
en muchos lugares pequeños
harán cosas pequeñas
que transformarán al mundo."

                      Leo Buscaglia

jueves, 13 de enero de 2011

Queridos Reyes Magos de Oriente...

... os pido para el 2011
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Un beso de amor, sin haberlo pedido,
una playa callada, repleta de juegos,
un palacio de lona, al suelo sujeto,
un ramo de ideas, brisas y hechizos.
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Palabras nacidas del puro silencio,
una cala vacía, por peces nadada,
un alma más tierna, en lluvia empapada,
un brazo más fuerte, que desafíe al viento.
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Un libro de sueños, de cuentos proscritos,
de corsarios valientes que tuvieron hijos,
cambiaron su espada, por unos columpios,
sendas agrestes y parques con caballitos.
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Un río salvaje, sin riendas te entrego,
una cumbre nevada, virgen de huellas,
un cesto de versos y palabras bellas,
una bici cualquiera y un patín de fuego.
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Un cielo cercano, sin impurezas,
una luna de plata, sobre un lago quieto,
una canoa que apunta hacia su centro,
unos amigos de barrio, tomando cervezas.
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También os pido algo de colonia y unas zapatillas de montaña, de esas que corren solas sobre las piedras.
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Muchas gracias.

sábado, 8 de enero de 2011

Una tarde de invierno.


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Un poeta de barrio es incapaz de hallar las palabras precisas para tratar de acercarse a describir las sensaciones vividas esa tarde de invierno. Primero, porque desconoce el amplio abanico que nos ofrecen las lenguas para definir situaciones intangibles, etéreas, casi sublimes y segundo, porque imagina la infinidad de cócteles de sentimientos para los cuales todavía nadie ha esculpido las justas palabras que los etiqueten. Conocemos los más puros, pero no las mezclas que surgen de amasarlos en diferentes proporciones.
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Esa tarde de invierno, paseando en bici, con el humo saliendo de las chimeneas de las casas como única señal de vida de un pinar neutro, dormido, acallado, con sus olores hibernando ovillados unos con otros esperando poder explotar y exibirse en primavera, acompañado de una personita nacida del amor y crecida del cariño, que se expande aprisa, como la luz de una estrella, en todas direcciones, incapaz de captar todos sus destellos, sus inquietudes, sus certezas, gozando de sus pensamientos en voz alta, devolviendo sus cortas y simples preguntas.
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Cómo es posible que un momento tan común, pueda dar sentido a la vertiginosa lucha diaria que supone la existencia. Ese instante de pausa, me hizo recordar aquello que quien busca y necesita algo con vehemencia, no lo encontrará, tal vez porque tiene una idea falsa que lo que busca y aunque lo tenga delante de sus narices no lo reconocerá. Quizá sea mejor no andar buscando nada, pararse en el camino y abrir la parte más sensible de nuestros sentidos para captar lo que nos está atravesando a cada momento,
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Esa tarde de invierno, un destello de felicidad eterno, un soplo de sencilla y absoluta plenitud.
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domingo, 2 de enero de 2011

Un día de año nuevo.

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Atraídos por el nuevo año,
acudieron todos a la playa,
de los cerros, de los llanos,
todos ellos en manada.
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En la arena acamparon,
de puntillas se elevaban,
esperando al nuevo sol,
unos a otros se pisaban.
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Enojados terminaron,
de ver que nada nuevo les pasaba,
mastodontes mutilados,
oxidados por la mar salada.
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Tristes quedaron y enraizados,
presos de una falsa llamada,
vacíos de amor y castigados,
de espaldas a la gran montaña.
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