jueves, 16 de septiembre de 2010

Hace tiempo leí a un maestro...

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Leí hace tiempo a un gran maestro,
Amigo de pobres y necesitados,
Con amor trataba a los marginados,
Enseñando su mejilla a opresores y malvados.
Raudo, decidí poner en práctica su teoría y
Viendo venir mi primer rival enojado,
Esperando golpear en pared de duro basalto,
Zozobró al ver mis disculpas y temple aserenado.
Aturdido y confuso, no supo cómo encajar
Extrañas palabras en rostro apaciguado.
Sintiendo al fin, su parte de culpa en el litigio,
Acabó por mostrarse arrepentido y apenado.
Llegué así, a comprobar la validez de teorema,
Excepto que, sin pretender suplantar al Bienamado,
Guardo dos mejillas para disculpas inmerecidas,
Reservando para un tercer pleito reiterado,
Inmaculada espada de hojalata, forjada
A la nata y trufa de mi tarta de casado.
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.A veces sucede que,
Cuando nace el enfrentamiento,
Rabioso por mil motivos ajenos,
Oscurece el razonamiento,
Suplicando hallar rival firme, mas
Titubea si golpea sobre viento,
Incienso al cielo elevado,
Corazón de odio exento,
O polvo enamorado.

2 comentarios:

  1. La prudencia es buena, pero la paciencia es mejor.

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  2. acróstico, acróstico, acróstico... jejeje no consigo retener la dichosa palabreja.
    Un saludo.

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