viernes, 26 de agosto de 2011

Arde el alma




Arde el alma,
crepita de poesía,
tirita la nieve dentellando,
el fuego recién creado,
esperando al osado,
que destierre de su lado,
lo cotidiano y mundano,
y se aferre a las crines del tiempo,
con sus manos calizas,
surcadas de amor,
lloradas con ceniza,
y busque palabras,
que soplen sobre su herida,
y formen un ramo de versos,
que muestren a contraluz,
un universo de prosa,
vigía de cometas sin hilo,
modisto de sentimientos,
domador de torrentes,
maestro del viento,
 que con plumas talladas,
como puñales calientes,
en tinta china,
arrestan al poeta,
lo juzgan y lo califican.



 

Foto cortesía de mi amigo Enrique en su exitosa ascendión al Mont Blanc.

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