miércoles, 2 de enero de 2013

Perder densidad




¿Puede el sonido de un beso,
sellar la profunda herida,
y con el gélido viento,
y el temblor del mediodía,
detener el sangrado interno,
como surco de arado,
que penetra en tierra llovida?

¿Puede un susurro tan tierno,
despejar la niebla baldía,
atravesar el desierto,
de manos de la brisa,
y llevar a buen puerto,
un petrolero a la deriva?

¿Puede un abrazo sincero,
desafiar toda geometría,
fundirse en un solo cuerpo,
dos velas prometidas,
que le piden al mismo fuego,
las consuma en poesía?

¿Puede un alma perder densidad,
y no temer el fin de sus días,
mojados sus labios en felicidad,
cubiertos sus días de margaritas
dedicarse sólo a aprovechar,
el regalo abierto de la vida?

Podrá al fin morir serena,
acuchillada por un frenazo,
o de un resbalón en el baño,
o de la mayor de las penas,

pero vivirá siempre despierta,
soñando con los pasos,
que me guiarán a tus brazos,
de mil dulces maneras.







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