martes, 16 de marzo de 2010

Susurros de un gran río.





Salté de mi cómoda butaca de lectura,
arrojando al suelo lo fácil de mi vida,
pensando alguna aventura atrevida,
que me cautivara por su hermosura.

Viejas sensaciones ya en el olvido,
de hormigas corriendo por mis venas,
vuelven aleteando alegres y risueñas,
por enfrentarse a lo desconocido.

Riumar, destino de aguas verdes y oscuras,
que susurran al barquero y a su oído,
deja que cruce el frágil peregrino,
muestra tu grandiosa embocadura.



Traté de escuchar al río y sólo me habló de cosas que ya conocía.
Me habló de su serenidad alcanzada, de su armonía, su paz, su tranquilidad,
de que no siempre fue así, que de joven fue rebelde, inquieto, juguetón, apasionado, atormentado, lleno de ideas, amores, odios, sueños, anhelos, desilusiones.
Y ahora, a punto de fundirse con la eternidad, por fin comprendía, cuán simples y banales fueron todas sus preocupaciones, deseos y desvaríos.


1 comentario:

  1. Como coger el libro empezado cada noche antes de dormir, he cogido la costumbre de leerte y re-leerte cada mañana.
    un saludo.

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